jueves, 23 de mayo de 2013

Françoise Gilot en la obra de Picasso.


“Todos nos parecemos a un animal, menos tú, tú te parces a una flor”. Y así quedó inmortalizada, Françoise Gilot, como La mujer flor. Picasso y ella habían ido a visitar a Matisse a su estudio, y este quedó tan impresionado por Françoise que manifestó sus ganas de pintarla. Picasso sintió celos y se apresuró a retratarla antes que el pintor francés.


La mujer-flor, 1949.


Picasso y Françoise se habían conocido en París en la primavera de 1943. El pintor malagueño, deslumbrado por la joven, la invitó a que visitara su estudio. Así empezaba su historia. Así comenzó a retratarla. Cada vez que Picasso quería ver a Françoise empezaba a dibujarla, de manera que al cabo de unas horas, la muchacha aparecía por el estudio del artista. Picasso decía que era algo mágico, como cuando los primitivos pintaban un bisonte esperando que este apareciese para poder darle caza, de esta misma manera Françoise venía a él.

Retrato de mujer (Françoise Gilot) 2, 1944.




En 1946 Picasso y Françóise marcharon a vivir a Golfe-Juan, y tras pasar el verano visitando Ménerbes y Vallauris, volvieron estando ya Françoise embarazada. Fue entonces cuando Picasso concluyó el tríptico La joie de vivre (Pastorale), tomando el título de un cuadro de Matisse, reflejando la felicidad que sentía en aquella época junto a Françoise. 

La joie de vivre, 1946.



El 15 de mayo de 1947 nacía en París Claude, el hijo de ambos. Justo entonces tras una nueva visita al taller de Georges Ramié en Vallauris, Picasso comenzaba una intensa producción cerámica, realizando escasas obras en pintura y grabado.


En el otoño de 1948 Picasso y Françoise regresan a París tras pasar el verano en Vallauris en una pequeña casa llamada La Galloise. Françoise volvía a estar embarazada y justo en esta fecha es cuando Picasso trabaja el cuadro de La mujer flor y otros retratos de Claude Françoise. 

Femme assise dans un fauteuil, 1949.

Picasso pintó además una serie de naturalezas muertas con crustáceos y otra serie de caballeros con armadura, las cuales Françoise afirmaba años después en una entrevista que estaban inspiradas en ella.

Nature norte au poron, 1949.

Le grand homard rouge, 1949.





"Pablo pintó una serie de caballeros medievales con armadura, de cinturas finas, a caballo? todos ellos son yo. Se quejaba de que yo nunca me quitaba mi armadura. ¡Sí, porque no quería resultar muerta! También pintó muchas langostas? también son yo, con esa coraza protectora." 
(The Sidney Morning Herald, 2011)

Françoise assise in robe bleue, 1949.


Otra serie sobre Françoise que Picasso comienza en 1949 es la serie Femme assise, en la que aparece sentada en diversas posturas y con distinta vestimenta, pero en la que ya podemos apreciar una presencia más agresiva, con colores más oscuros y expresiones más severas.

En abril de 1949, nacía Paloma, su segunda hija llamada así en honor al símbolo que había creado para el Congreso de la Paz y que se repetía en todos los carteles que adornaban la ciudad. Picasso volcó su inspiración en sus hijos, Claude y Paloma, perteneciendo a esta fecha la mayoría de los retratos que realizó de ambos.

Femme qui dessine entouree de ses enfants, 1950.

Françoise, Claude, Paloma, 1951.

Con el deterioro de su relación, las imágenes de Françoise pierden la delicadeza y la suavidad que encontrábamos al principio. Similar a lo que ocurrió con Dora Maar en La mujer que llora, Picasso dejaba que los sentimientos trepasen en la tela y nos muestra a una Françoise mucho más dura y tosca. La mujer flor se había marchitado para Picasso, había abandonado al minotauro, había abandonado al genio.


Françoise, Claude, Paloma, 1954.


Françoise Gilot: Conclusiones y bibliografía.


"Mientras vivíamos separados todo era perfecto; cuando estuvimos juntos, todo empezó a ir peor". "El era muy posesivo, y yo, muy independiente. Exigía que yo renunciara a mi mundo para vivir en el suyo; eso habría sido posible con otras mujeres, pero no conmigo".


Françoise Gilot fue la única mujer de picasso que pudo rehacer su vida tras una relación de 10 años con el maestro. Le conocía bien, posiblemente mejor que ninguna, ya que a diferencia de Maar, Marie-Thérèse, Khokhlova y Jacqueline, sabía perfectamente que su deber como mujer le impedía convertirse en presa del minotauro. Su carácter e independencia le permitieron continuar con su vida sin sacrificar aquello que verdaderamente amaba, sus hijos y su arte. Sin embargo, fue muy consciente de lo mucho que aprendió observando al maestro. ‘’A Pablo lo más importante fue verle trabajar, y concretamente esa intensidad imponente con que trabajaba. Si uno pintaba, no podía hacer otra cosa. La pintura, no es que fuera lo más importante, es que era lo único que importaba. Cuando le conocí, yo ya pintaba, pero me interesaban un montón de cosas más. Hacía equitación y otras muchas actividades. Él consideraba que si se era pintor, se era pintor todo el tiempo, cada minuto. ’’

Oceanic woman, 1986
Gilot siendo muy joven sacrificó su relación familiar por ahondar en el mundo de la pintura. Permitió que su interés por el arte prevaleciera sobre todo lo demás. Así ocurrió con Picasso, le amaba, le admiraba, pero sabía que ser fiel a uno mismo era más importante que mantenerse a la sombra de un genio como Picasso. 

A continuación os dejamos la bibliografía que hemos utilizado:

- GILOT, FRANÇOISE, Le regard et son Masque, París, Calmann-Lévy, 1975.

- GILOT, FRANÇOISE y LAKE, CARLTON, Vida con Picasso, Barcelona, Bruguera, 1965.
- PICASSO, PABLO, Picasso : el eterno femenino : [exposición] Fundación Canal, Madrid, del 02.02.12 al 08.04.12 / [textos, Mario Virgilio Montañez Arroyo], Madrid : Fundación Canal, D.L. 2012.





martes, 21 de mayo de 2013

Dora Maar: Conclusiones y bibliografía



Dora Maar fue  una de las artistas más originales de la primera mitad del siglo XX. Su prolífica obra abarca pintura, fotografía y poesía. Ya nos hemos preguntado aquí qué hubiera pasado si no hubiese conocido a Picasso, ¿Habría caído en picado entonces? No podemos sentir sino tristeza por todo ese talento estrangulado, pero más aun por esa vida de retiro forzoso y fervor demente.
Sin embargo, tras la revisión de su biografía y obra, nos quedamos con todas esas piezas que muestran un riquísimo mundo interno y un talento innegable. Además, y por suerte, hay grandes profesionales, como Victoria Combalía, ya mencionada en este blog, que han recuperado la obra de la fotógrafa en valiosos textos como  “Dora Maar con o sin Picasso”, que incluye también textos de Mary Ann Caws.
Os dejamos la bibliografía que hemos usado para que podáis seguir profundizando el esta fascinante artista:

VV.AA., Dora Maar con o sin Picasso, Destino, 2000

Chadwick, Whitney, Les femmes dans le mouvement surréaliste, Thames and Hudson, 2002

Drouot Richelieu, Les photographies de Dora Maar : une histoire, des oeuvres, Paris, 1998

Maar, Dora (1907-1997), Dora Maar Fotógrafa, Valencia : Bancaja, 1995.

Judi Freeman, Picasso and the weeping women: the years of Marie Thérèse Walter and Dora Maar, Rizzoli, 1994

Roy MacGregor-Hastie: Picasso's women, Harpenden: Lennard Assoc., 1988

James Lord: Picasso and Dora: a memoir, Nueva York, Farrar, Straus & Giroux, 1993



Biografía de Jacqueline Roque


Jacqueline Roque nace el 24 de febrero de 1926 en París. Cuando cumple dos años, su padre les abandona, obligando a su madre a trabajar largas horas de portera, en un lujoso edificio cerca de los campos elíseos. Una figura influyente en su vida fue su tío el abad Bardet, quien le inculcó valores como la humildad y la modestia.  



          
                                                                      Jacqueline Roque

A los 18 años su madre sufrió un derrame cerebral y murió. Dos años después contrajo matrimonio con André Hutin, un importante ingeniero, con quien tuvo a su primera hija, Catherine Hutin-Blay. La joven familia vivió durante una temporada en África, actual Burkina Faso, por motivos de trabajo de André. Cuatro años más tarde, Jacqueline decide regresar con su hija a Francia y divorciarse, sospechando que su marido le era infiel. Se trasladan a la Riviera francesa y empieza a trabajar en la tienda de su prima, La alfarería Madoura, en Vallauris. En 1953, a los 27 años conoció a Picasso. Sus exóticos rasgos le recordaron a la joven que aparece con un narguile en ‘’Las mujeres de Argel’’ de Delacroix.  Así la retrató poco después en ‘’Mujer vestida de turca’’.

 Las mujeres de Argel, Delacroix, 1834

 Mujer vestida de Turca, Picasso, 1955

La segunda vez que se vieron fue en la alfarería donde ella trabajaba, Picasso tenía 72 años y Jacqueline era una belleza de ojos verdes de 45. Seis meses después deciden casarse en secreto. Desde el comienzo de su relación, Picasso pintó en numerosas ocasiones a Jacqueline. Era la única persona cuya presencia toleraba mientras pintaba en el taller.  Estaban tan unidos que rara vez uno salía de casa sin el otro. 

   Jacqueline y Picasso

Durante los últimos años de vida del pintor, Jacqueline comenzó a beber de forma excesiva. Se veía muy afectada por la agonía de su marido, y la complicada relación de ambos con los hijos y nietos de Picasso.
En abril de 1973 Picasso fallece. Jacqueline cae en una profunda depresión que no consigue superar. En la madrugada del 15 de octubre de 1986, se suicida disparándose en la sien. 

"Eros y poder en Pablo Picasso" Mayra Molina Vernet

Aquí os dejamos un interesante artículo desde la perspectiva psicoanalítica sobre la relación entre el poder y lo erótico en Pablo Picasso. Su lectura puede complementar muy bien las reflexiones que aquí se vierten.
¡Que lo disfrutéis!

http://www.adepac.org/P06-126.htm

"Ellas pasan, la obra queda" Sabartés

Retrato de Jacqueline Roque, 1954


Jacqueline Roque es la más odiada de las musas de Picasso. Dicen que fue la que encerró al minotauro, la que prohibió la entrada de sus herederos a su funeral. Quien aisló a Picasso hasta su muerte.
Frente a todos estos comentarios, encontramos el libro de Pepita Dupont, La vérité sur Jacqueline et Pablo Picasso, escrito en 2007 por una buena amiga de Jacqueline. El objetivo de este libro es “defender” a la última amante de Picasso de las acusaciones anteriores.

Citamos aquí literalmente un pasaje del libro de Dupont:
“Pero Jacqueline fue muy sensual, y con Picasso la química era inmediata. Había una fuerte complicidad, amor y erotismo. Y en ella, Picasso encontró todo lo que un hombre busca en una mujer: ella era al mismo tiempo su amante, su madre, su hermana, su cómplice y su musa”

Desde nuestro punto de vista, lejos de defenderla, Dupont legitima o justifica aquí la mala fama de Jacqueline. Dice entonces que ella era “todo lo que un hombre busca en una mujer”, y a continuación cita la retahíla habitual de tópicos propios del pensamiento misógino. La mujer que tiene que ser todo para su marido, pues ella por sí misma no es nadie. Su existencia sólo cobra sentido al ser en, su objetivo es convertirse en el perfecto atributo del hombre, y el amor que sienta hacia él debe ser enfermizo e incondicional. En un sucio juego freudiano se nos educa para recoger el testigo de la madre cuando esta ya se ha hecho demasiado mayor para encargarse del hombre

Y qué curioso aun así que asumiendo numerosos roles-responsabilidades y cuidando al hombre (porque una buena mujer cuida a su hombre), la mujer es el sexo débil, la que necesita protección. Una protección por la que pagamos un precio muy caro, incluso el más alto posible. Y después de todo, la única virtud de Jacqueline, como la de todas las musas de Picasso (excepto la audaz Françoise) fue aguantar. Aguantar a Picasso y sus desmanes, infidelidades, manipulaciones, maltratos.

Tan sólo hay que atender a lo que le dijo Picasso a Jacqueline al entrar en su casa tras haberse casado: “Has entrado en sacerdocio, me llamarás monseñor”. Estas dementes palabras no dejan ver sino la terrible carencia emocional que tenía el genio de Málaga, comportamiento enfermo que llevó a sus amantes a la locura, o al suicidio como en el caso de Jacqueline, quien en 1986 se pegó un tiro.

De nuevo se repite entonces el rol de minotauro (cuando se conocieron él tenía 71 años y ella 27) por el que Picasso anula completamente a la mujer que tiene a su lado y la somete hasta las últimas consecuencias, pues recordemos que su frase favorita era: "Yo, Picasso".




sábado, 18 de mayo de 2013

El legado de Gilot



De François Gilot no sólo conservamos sus propias obras, una excepcional producción artística que hoy en día continúa viva y en continuo crecimiento, como hemos podido ver anteriormente. Además de la influencia que produjo en Picasso, dejándonos de nuevo obras femeninas de la mano del pintor malagueño, conservamos la imagen distinguida de Gilot dentro de la vida de Picasso.

 La femme-fleur
Retrato de François Gilot por Pablo Picasso. (1946)




Un potente torrente que pasó por su vida, una mujer (la mujer) capaz de imponerse al genio, la fuerza en carne viva, la independencia. Esa es la imagen que nos deja la artista francesa dentro de la vida de Picasso. Esa es la verdadera fortuna que quizás nos deja Gilot  en la biografía del mujeriego artista (ya que todas formaron parte de su producción artística de una manera u otra), siendo punto de inflexión en su vida amorosa, cómo la misma François Gilot decía en una entrevista que os mostramos en una publicación anterior: Soy la única mujer que dejó a Picasso, la única que no se sacrificó al monstruo sagrado”. La primera que consiguió caminar por delante de Pablo Picasso, y no quedarse detrás.




miércoles, 15 de mayo de 2013

Dora Maar


Dora Maar tuvo una activa y prolífica vida antes de conocer a Picasso. Estudió en la Academia de Fotografía liberal de París, se codeó con importantes personalidades de la fotografía: Harry Meerson, Pierre Keffer y George Bataille entre otros,  trabajó en revistas de moda como Madame Fígaro, consiguió introducirse en el mundo surrealista y documentó la realidad social de ciudades como Barcelona, Londres y Paris. 

Las piernas. 
  
En 1936 comienza su relación con Picasso. Poco después ya se podía intuir un cierto tono de desesperación y dramatismo en la correspondencia que Dora le envía a su amado. Posiblemente, comenzaba a intuir sus infidelidades y temía que la abandonase por sus ataques de celos: ‘’Perdóneme esas escenas; no se lo tome en serio, mejor reír,  y trataré de corregirme’’. Tras estas débiles y sumisas palabras es complicado imaginarse a una mujer de fuerte carácter, inteligente e independiente, que tanto solía caracterizarla. Animada por Picasso abandona la fotografía, aquello en lo que comenzaba a ser relevante, para abrazar la pintura y convertirse en una pintora mediocre.
Picasso consiguió extraer hasta el último reducto de personalidad y creatividad que Maar conservaba; su mirada crítica, su sensibilidad y su pasión por la fotografía, estuvieron sentenciadas el día que conoció al maestro.

                     
Naturaleza muerta, 1947.
                                                                                                      

Intentamos pensar qué hubiera sido de Dora Maar si no hubiera conocido a Picasso, y nos preguntamos si habría sido reconocida por sus propios logros... La crítica de arte Victoria Combalía, una de las mayores conocedoras de la vida y obra de Maar, llevó a cabo en mayo de 2002 una gran exposición retrospectiva de su obra, en el Centro Cultural Tecla Sala de L’Hospitalet de Llobregat. Organizada por ámbitos temáticos, incluye más de 150 fotografías procedentes de más de 70 colecciones públicas y privadas, tanto de Europa como de Estados Unidos. 
Un intento según Combalía, de ‘’restituir el lugar que le corresponde dentro de la fotografía de los años 30 en Europa, con una calidad similar a la de Cartier-Bresson’’. 

Retrato de perfil con vasos y sombrero, 1930.
   
                                                    

Maria Soto

martes, 14 de mayo de 2013

Fragmentos de la entrevista realizada a Françoise Gilot en 2011

Françoise Gilot y Picasso fotografiados por Robert Capa en 1948

*"Soy la única mujer que dejó a Picasso, la única que no se sacrificó al monstruo sagrado -declara Françoise Gilot, con una sonrisa desenfadada y desafiante-. Soy la única que aún está viva para contarlo. Después de todo, mire lo que les ocurrió a las otras -continúa, con sus cejas circunflejas enarcadas-. Tanto Marie-Thérèse como Jacqueline se suicidaron [la primera se ahorcó; la segunda se pegó un tiro], Olga se volvió histérica y casi loca. Dora Maar enloqueció."
*"Pablo era una persona maravillosa para estar con él, era como fuegos de artificio -recuerda Gilot-. Asombrosamente creativo, tan inteligente y seductor. Si estaba de humor para fascinar, era capaz de hechizar hasta a las piedras. Pero también era muy cruel, sádico y despiadado con los demás y consigo mismo. Todo debía ser como él decía. Una estaba allí a disposición de él: él no estaba a disposición de nadie. Pablo creía que era Dios, pero no era Dios ¡y eso lo irritaba! Fue el amor más grande de mi vida, pero había que tomar medidas para protegerse. Yo lo hice: me fui antes de terminar destruida. Las otras no lo hicieron, se aferraron al poderoso minotauro y pagaron un precio muy alto."
*Cuando se marchó con sus hijos, en 1953, Picasso le advirtió: "Nadie deja a un hombre como yo". Gilot y sus hijos también pagarían un precio muy alto. En 1964, Gilot publicó La vida con Picasso, un estudio de aguda percepción sobre cómo este artista perpetuamente inventivo metamorfoseaba las ideas en obras de arte, y sobre su volcánica energía, su espíritu travieso y su lado oscuro, siempre al acecho. Gilot también describió a Picasso como un "Barba Azul" y habló de sus constantes enredos con su sucesión de esposas/amantes/musas/modelos. El libro enfureció tanto al reservado Picasso que para castigar a Gilot cortó todo contacto con ella, Claude y Paloma, y se negó a verlos o hablarles hasta que murió, a los 91 años, en 1973.

*"Sólo tuve un único Picasso, La Femme-Fleur , pero lo vendí hace años, porque sentí que me traía mala suerte -comenta Gilot sin que se lo pregunte-. Nunca acepté más pinturas, porque Picasso hubiera dicho: ¡Ah, ya ves, eres igual que todas las otras!'. Así que no acepté nada, seguí siendo independiente. Además, sabía que si una le aceptaba cosas a Picasso, quedaba en deuda con él y había que pagarla de otra manera. Él quería que yo fuera sumisa, como las otras mujeres, pero nunca fui sumisa."
*"La tragedia de esas otras mujeres -explica Gilot- es que les complacía que el famoso Picasso las pintara todo el tiempo, porque eso las hacía sentirse importantes. Se sentían halagadas, pero estaban atrapadas y vivían a través de él. Pero como yo también soy pintora, ¡creo que eso es una estupidez! Como sabemos perfectamente todos los artistas, aunque Picasso estaba pintando el retrato de una mujer, siempre se trataba de su propio autorretrato. Todas las pinturas de Picasso son un diario de su vida."
*La Femme-Fleur floreció después de que Picasso llevó a su nueva relación amorosa a visitar a su viejo amigo Matisse. "Le gusté a Matisse, quien anunció: Voy a hacer un retrato de Françoise, su cuerpo será azul pálido y su cabello verde hoja' -recuerda Gilot-. Cuando nos fuimos, Picasso estaba indignado. Sólo había hecho dibujos de mí, y ahora dijo que él me pintaría primero. Mi retrato se convirtió en la mujer-flor, con rostro azul pálido y cabello semejante a una hoja."
*"Mi relación con Picasso fue un romance de época de guerra, las circunstancias extremas nos unieron de una manera que nunca se hubiera dado en épocas de paz -admite con franqueza-. Era la Segunda Guerra Mundial, en el París ocupado por los alemanes, una época de gran peligro y desastre absoluto. Picasso era un héroe para mi generación: había pintado Guernica y era un símbolo de resistencia contra el fascismo y el régimen de Franco. Implicaba gran coraje de su parte quedarse en París en vez de escapar a América. En cualquier momento podían arrestarlo, pero ésa era su manera de decirle no a la opresión. Varios miembros de mi familia estaban en la Resistencia, y los mataron. A mí me habían arrestado en una manifestación estudiantil y mi existencia también era precaria. Los alemanes odiaban a los estudiantes de derecho, así que yo había cambiado la abogacía por mi verdadera pasión: el arte. Todos podíamos morir mañana: eso me volvió intrépida. Conocía la reputación de Picasso con las mujeres, y sabía que irme a vivir con él podía ser una catástrofe? pero decidí que se trataba de una catástrofe que no quería perderme."

*"Yo conocía bien a Paulo; ambos éramos de la misma edad. Era un encantador joven que sufrió una vida muy difícil debido a sus dos padres -dice Gilot-. Picasso nunca quiso que su hijo llegara a nada; lo menospreciaba y lo convirtió en su chofer [Picasso no conducía]. Cuando nos mudamos al sur de Francia, Paulo nos llevaba en auto a las corridas de toros, que Picasso adoraba, porque para él la vida era una corrida, una sangrienta lucha con la muerte. Se identificaba con todos los protagonistas de la plaza de toros, incluyendo al toro."

*A Gilot le resultó cada vez más difícil mantener una relación familiar en la que, define, "Picasso era un dios, y yo y mis hijos, meros seres humanos". Picasso se había jactado de que gozaba haciendo sufrir a las personas que lo amaban. "Una vez le pegunté a Pablo por qué era tan malo con Sabartés, su leal secretario, que lo veneraba. Picasso respondió: Sólo soy malo con la gente que amo. Con la gente que no me importa, soy amable. Típico de él: lo que hacía era poner a prueba nuestro afecto. Todos los días tenía que enzarzarse en algún combate y ganarlo. ¡Picasso era cualquier cosa menos racional!"

Françoise Gilot: biografía

1945

Marie Françoise Gilot  nació en Neuilly-sur Seine, Francia, el 26 de noviembre de 1921. Hija de un agrónomo, hombre de negocios y de una artista que se dedicaba al trabajo en acuarela.
Fue estudiante de  literatura inglesa en la Universidad de Cambridge y en el Instituto Británico de Paris  y se graduó en la Sorbona con una licenciatura en Filosofía, en 1938. Al año siguiente se graduó en la Universidad de Cambridge,  y sacó una licenciatura en inglés.
Mientras intentaba convertirse en abogado, Gilot toma clases de arte y descubre que no estaba equivocada, que el arte era su verdadera pasión, por lo que inmediatamente instala su taller en el ático de la casa de su abuela. Y como una alternativa para continuar su carrera artística y convertirse en una profesional de renombre considera a Picasso como profesor. Se presenta en su taller y le solicita ser recibida como su alumna. El pintor malagueño, que ya había quedado prendado de  Françoise cuando se la presentaron, no sólo le acepta como alumna sino que la convierte en su modelo y en su amante.  Ella tenía apenas 21 años y el 61 y fueron pareja desde 1944 hasta 1953.
Cuando comenzaron su idilio, Picasso aún estaba comprometido con Dora Maar por lo que esta nueva relación con Gilot causa a Dora graves problemas emocionales, que terminan por volverla loca.
Gilot no sólo se convierte en modelo del Pintor sino también en madre de dos de sus hijos: Claude y Paloma. La talentosa joven colabora con el descubridor del cubismo y contribuye con su trabajo al desarrollo de la etapa ceramista de Picasso.  Se instalan en Antibes  y Picasso trabaja en el taller Madoura.

En Antibes, 1946

Françoise Gilot fue la única amante que dejó a Picasso y continuó con su vida, casándose con el artista Luc Simon en 1955. Tuvieron una hija, Aurelia y se divorciaron en 1962. Más tarde, en 1969, conoció a Jonas Salk, el pionero de la vacuna de la polio, con quien contrajo matrimonio y vivió hasta la muerte de este en 1995.
Con Claude y Paloma
1990
Hasta el momento presente, Françoise Gilot disfruta de una vida apacible, con su talento justamente considerado, contando con numerosas exposiciones de su arte.
Con Jean Cocteau, Picasso, Paulo y Braque

domingo, 12 de mayo de 2013

Françoise Gilot, artista


Figure in the wind (autorretrato), 1944

Con tan solo cinco años, François Gilot ya sabía que quería ser artista. Nació en Paris y se crió en un ambiente que fomentó su interés por el arte y las ciencias. Su padre era una respetado hombre de negocios e ingeniero agrónomo y su madre una acuarelista consumada. A pesar de que su padre considerara que Françoise debía convertirse en una importante mujer de leyes a nivel internacional, su espíritu independiente la convenció para vivir una doble vida y estudiar arte en secreto tras asistir por las mañanas a sus clases de derecho. Pero, pronto, su pasión por continuar el arte terminó enfrentándola a sus padres y gran parte de su familia.

Sin embargo, con tan solo 21 años, Françoise ya era una de las artistas más reconocidas de la emergente Escuela de Paris. En 1943, durante su primera exposición importante en la capital francesa, Françoise conoció a Pablo Picasso. Él ya era un artista consagrado y contaba con 40 años. Poco tardaron en comenzar una relación que duraría casi diez años, y Françoise se convirtió tanto en testigo como en participante de uno de los mejores y más importantes periodos del arte moderno en Europa. Ese círculo incluía poetas, filósofos, escritores y numerosas de las figuras más importantes del mundo artístico a nivel mundial, como George Braque, Chagall, Cocteau o Matisse. Finalmente, a finales de 1953, Françoise dejó la casa que compartía con el malagueño en Vallauris y regresó a Paris con sus dos hijos: Claude y Paloma, ambos protagonistas de muchas de las escenas que los dos artistas crearon durante estos años. Se convirtió en la primera y única mujer que abandonó a Pablo Picasso y logró continuar adelante con su vida, quedándose únicamente con lo bueno que aquella relación le había proporcionado: sus dos hijos y un importante impulso a ese mundo artístico del momento. En 1964, publicó  Life with Picasso y más de un millón de copias fueron vendidas tan solo en ese año. Su texto fue traducido en más de una docena de lenguas y  permanece constituyendo, a día de hoy, un compendio único de observaciones a cerca del lado humano de genio artista.

En 1969, durante una exposición en Los Ángeles, Françoise viajó a La Jolla, California, y allí conoció a Jonas Salk, quién tras un breve noviazgo terminó convirtiéndose en su pareja de por vida. A su lado continuó sus estudios sobre arte en diversos lugares de Estados Unidos y también en Paris, y su carrera continuó evolucionando y prosperando junto con su vida personal.

Aún a día de hoy, setenta años después, Françoise Gilot continúa trabajando como pintora, y extrayendo del color y la forma personales creaciones que han alcanzado un puesto importante en el mundo del Arte.
  
          

Para quien esté interesado en su faceta artística, os dejamos a continuación un par de enlaces en los que podréis encontrar una sugestiva información a cerca de su obra: