martes, 14 de mayo de 2013

Fragmentos de la entrevista realizada a Françoise Gilot en 2011

Françoise Gilot y Picasso fotografiados por Robert Capa en 1948

*"Soy la única mujer que dejó a Picasso, la única que no se sacrificó al monstruo sagrado -declara Françoise Gilot, con una sonrisa desenfadada y desafiante-. Soy la única que aún está viva para contarlo. Después de todo, mire lo que les ocurrió a las otras -continúa, con sus cejas circunflejas enarcadas-. Tanto Marie-Thérèse como Jacqueline se suicidaron [la primera se ahorcó; la segunda se pegó un tiro], Olga se volvió histérica y casi loca. Dora Maar enloqueció."
*"Pablo era una persona maravillosa para estar con él, era como fuegos de artificio -recuerda Gilot-. Asombrosamente creativo, tan inteligente y seductor. Si estaba de humor para fascinar, era capaz de hechizar hasta a las piedras. Pero también era muy cruel, sádico y despiadado con los demás y consigo mismo. Todo debía ser como él decía. Una estaba allí a disposición de él: él no estaba a disposición de nadie. Pablo creía que era Dios, pero no era Dios ¡y eso lo irritaba! Fue el amor más grande de mi vida, pero había que tomar medidas para protegerse. Yo lo hice: me fui antes de terminar destruida. Las otras no lo hicieron, se aferraron al poderoso minotauro y pagaron un precio muy alto."
*Cuando se marchó con sus hijos, en 1953, Picasso le advirtió: "Nadie deja a un hombre como yo". Gilot y sus hijos también pagarían un precio muy alto. En 1964, Gilot publicó La vida con Picasso, un estudio de aguda percepción sobre cómo este artista perpetuamente inventivo metamorfoseaba las ideas en obras de arte, y sobre su volcánica energía, su espíritu travieso y su lado oscuro, siempre al acecho. Gilot también describió a Picasso como un "Barba Azul" y habló de sus constantes enredos con su sucesión de esposas/amantes/musas/modelos. El libro enfureció tanto al reservado Picasso que para castigar a Gilot cortó todo contacto con ella, Claude y Paloma, y se negó a verlos o hablarles hasta que murió, a los 91 años, en 1973.

*"Sólo tuve un único Picasso, La Femme-Fleur , pero lo vendí hace años, porque sentí que me traía mala suerte -comenta Gilot sin que se lo pregunte-. Nunca acepté más pinturas, porque Picasso hubiera dicho: ¡Ah, ya ves, eres igual que todas las otras!'. Así que no acepté nada, seguí siendo independiente. Además, sabía que si una le aceptaba cosas a Picasso, quedaba en deuda con él y había que pagarla de otra manera. Él quería que yo fuera sumisa, como las otras mujeres, pero nunca fui sumisa."
*"La tragedia de esas otras mujeres -explica Gilot- es que les complacía que el famoso Picasso las pintara todo el tiempo, porque eso las hacía sentirse importantes. Se sentían halagadas, pero estaban atrapadas y vivían a través de él. Pero como yo también soy pintora, ¡creo que eso es una estupidez! Como sabemos perfectamente todos los artistas, aunque Picasso estaba pintando el retrato de una mujer, siempre se trataba de su propio autorretrato. Todas las pinturas de Picasso son un diario de su vida."
*La Femme-Fleur floreció después de que Picasso llevó a su nueva relación amorosa a visitar a su viejo amigo Matisse. "Le gusté a Matisse, quien anunció: Voy a hacer un retrato de Françoise, su cuerpo será azul pálido y su cabello verde hoja' -recuerda Gilot-. Cuando nos fuimos, Picasso estaba indignado. Sólo había hecho dibujos de mí, y ahora dijo que él me pintaría primero. Mi retrato se convirtió en la mujer-flor, con rostro azul pálido y cabello semejante a una hoja."
*"Mi relación con Picasso fue un romance de época de guerra, las circunstancias extremas nos unieron de una manera que nunca se hubiera dado en épocas de paz -admite con franqueza-. Era la Segunda Guerra Mundial, en el París ocupado por los alemanes, una época de gran peligro y desastre absoluto. Picasso era un héroe para mi generación: había pintado Guernica y era un símbolo de resistencia contra el fascismo y el régimen de Franco. Implicaba gran coraje de su parte quedarse en París en vez de escapar a América. En cualquier momento podían arrestarlo, pero ésa era su manera de decirle no a la opresión. Varios miembros de mi familia estaban en la Resistencia, y los mataron. A mí me habían arrestado en una manifestación estudiantil y mi existencia también era precaria. Los alemanes odiaban a los estudiantes de derecho, así que yo había cambiado la abogacía por mi verdadera pasión: el arte. Todos podíamos morir mañana: eso me volvió intrépida. Conocía la reputación de Picasso con las mujeres, y sabía que irme a vivir con él podía ser una catástrofe? pero decidí que se trataba de una catástrofe que no quería perderme."

*"Yo conocía bien a Paulo; ambos éramos de la misma edad. Era un encantador joven que sufrió una vida muy difícil debido a sus dos padres -dice Gilot-. Picasso nunca quiso que su hijo llegara a nada; lo menospreciaba y lo convirtió en su chofer [Picasso no conducía]. Cuando nos mudamos al sur de Francia, Paulo nos llevaba en auto a las corridas de toros, que Picasso adoraba, porque para él la vida era una corrida, una sangrienta lucha con la muerte. Se identificaba con todos los protagonistas de la plaza de toros, incluyendo al toro."

*A Gilot le resultó cada vez más difícil mantener una relación familiar en la que, define, "Picasso era un dios, y yo y mis hijos, meros seres humanos". Picasso se había jactado de que gozaba haciendo sufrir a las personas que lo amaban. "Una vez le pegunté a Pablo por qué era tan malo con Sabartés, su leal secretario, que lo veneraba. Picasso respondió: Sólo soy malo con la gente que amo. Con la gente que no me importa, soy amable. Típico de él: lo que hacía era poner a prueba nuestro afecto. Todos los días tenía que enzarzarse en algún combate y ganarlo. ¡Picasso era cualquier cosa menos racional!"

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